No, no me refiero a realizar un cursillo on line, estoy hablando de algo muy diferente, de conocer el carácter de la persona a través de sus escritos, posts en su mayoría.
Ya sé que puede argüirse la imposibilidad de tal empeño puesto que la escritura no es de puño y letra, pero asesorada por un amigo mío, grafólogo profesional ya jubilado, me he decidido a escribir este artículo que imagino va a sorprender a más de un lector/a.
En Internet, la personalidad del individuo traspasa la frialdad de la letra de molde y revela, aun en la carta más seria, no hablo de correo comercial ahora, su carácter. La repetición de la palabra YO por ejemplo, a la que suele acompañar cierto tonillo despectivo y prepotente, y sobre todo la reiteración de la palabra BASTANTE para describir algo a lo que pretende darse el visto bueno de una manera condescendiente: "está bastante bien".
El extremo opuesto lo tenemos en quien, por el contrario es tímido y todo se le va en poner jeje, y usar un lenguaje de tipo juguetón e infantil (eso no tiene nada que ver con las personas bromistas y guasonas a las que ya se conoce como tales). Escribir con mayúsculas sin que venga a cuento, puede indicar que la persona quiere hacerse notar, o, por el contrario, que no es muy ducho en el manejo del teclado, también que es una persona mayor y está algo sorda.
El lenguaje abreviado hasta convertirlo casi en jeroglífico, puede provenir o de una persona muy joven o de un/a esnob.
Ahora bien, lo más interesante ha sido para mí, la explicación de cómo se consigue descubrir al autor/a de cartas anónimas insultantes o amenazadoras, personaje que puede ser incluso un "amigo" nuestro en Facebook. Lógicamente a un perfecto desconocido no lo vamos a poder identificar por más que sí revele su condición de indeseable sin nombre.
Todas las personas tienen su manera de escribir, no sólo los novelistas, repiten unas determinadas palabras sin darse cuenta, construyen los párrafos a su manera, ponen las comas de una forma característica, equivocada o no, y su sintaxis es propia e intransferible por muchas faltas de ortografía que puedan meter para disimular, y luego está el estilo, inconfundible si son muchos los que reciben las cartitas de el tal individuo/a, la colocación de los renglones, el interlineado, y la reiteración de los mismos insultos, hasta dispuestos por el mismo orden siempre.
Pero lo más importante para descubrir al anónimo es que éste siempre comete algún error por donde se le puede desenmascarar, claro que para que ello suceda hay que ser un experto o una persona muy observadora y que le conozca lo suficiente aunque sea a través de las redes sociales.
Estas técnicas de investigación suelen también emplearse para solventar dudas acerca de litigios sobre autoría de textos. Alguien afirma que un determinado texto fue escrito por el autor X pero un análisis exhaustivo revela que es obra de quien así habla por más que el interesado lo niegue, lo cual me induce a recordar aquello que llegó a rumorearse del hijo de Julio Verne, Michel, o sea, que se había dedicado a rescribir las obras incompletas dejadas por su padre al morir, ampliando textos y copiando estilo, pero nadie entonces se dio cuenta del cambiazo o prefirieron desentenderse ya que el nombre Julio Verne, aun desaparecido el novelista, seguía siendo muy rentable. Tal rumor, o la duda, nacerían mucho después y ha llegado hasta nuestros días convertido en leyenda.
La pregunta pertinente a hacerse ahora sería, ¿nadie se dio cuenta de que la letra no era la misma o bien Michel se hizo pasar por el amanuense de su progenitor?
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