miércoles, 29 de diciembre de 2010

Comienza el año leyendo un relato de ciencia-ficción

Estrena el año 2011 con un cuento de ciencia-ficción incluido en mi libro El abrigo de Clark Gable y otros relatos.

CIENCIA... ¿FICCIÓN?...
(31 DE DICIEMBRE DE 1999)

Autora: Estrella Cardona Gamio

Sólo faltaban unas horas para que el siglo XX concluyese y precisamente la noche de aquél último día —la noche en la que las luces de la Tierra amenazaban con apagarse—, había sido elegida por el doctor F.J. Cinara, nacionalizado norteamericano pero de inconcreto origen europeo, para revelar al mundo, y eran sus propias palabras, "la más importante noticia científica de toda la historia de la Humanidad". La cual parecía iba a dejar pequeños los descubrimientos de Galileo, Newton, Einstein y su Teoría de la Relatividad. Pero, y esto era lo más desconcertante, el sabio afirmaba solemne, que con aquella nueva quedaría inaugurada oficialmente la Era de Acuario, cosa que hizo que muchos se rascaran pensativos la cabeza, porque no es lógico que todo un científico, astrofísico por añadidura, desbarre hacia los polémicos terrenos de la New Age. No obstante, F.J. Cinara, era un hombre muy serio y, por tanto, sus palabras despertaron la consiguiente expectación. En fin, el caso es que en la última noche del 31 de diciembre de 1999, y en Estocolmo (algún malicioso ya había sugerido que F.J. Cinara pretendía hacer méritos para el Nobel), el ilustre científico iba a asombrar al planeta entero con su descubrimiento.

Daban las 11 p.m., cuando F.J. Cinara, escoltado por sus dos hijas que eran también sus colaboradoras, tomaba asiento delante de las cámaras de televisión en programa internacional vía satélite en directo.

F.J. Cinara poseía una imagen simpática de anciano de 70 años, con sus blancos cabellos y el agradable rostro bastante terso para su edad.

Escuchó complacido las palabras de bienvenida del presentador y seguidamente comenzó a hablar ante la curiosidad de miles de millones de personas.

—Todos ustedes se preguntarán a que viene que este viejo científico se entrometa en sus vidas el último día del año, del siglo y del milenio, o el primero, según se mire, cuando unos se están preparando a despedirle y otros lo están recibiendo o festejando como se merece, mas, precisamente por ello, al ser la frontera entre dos siglos, he elegido esta fecha... —sonrió con cierta picardía—. Bien, damas y caballeros, el descubrimiento que les va a ser revelado es fruto de muchos años de investigación paciente y, a la postre, incrédula, ya que el resultado es de lo más inconcebible... Aunque muy cierto pese a todas las discrepancias a las que pueda dar origen, que las habrá señores, las habrá...

La teoría del Big-Bang, la explosión inicial que formó nuestro cosmos, llevó a los científicos a pensar que el universo, a raíz de ese colosal estallido, se expandía, es decir, se dilataba, otros científicos aseguraron que después del Big-Bang vendría el Big-Crunch, o sea, el movimiento a la inversa, la contracción del Universo, y todo se fue en dimes y diretes al respecto, hasta que hace algunos años, y aquí debo mencionar a la casualidad, tal circunstancia me llevó a descubrir que en toda esa hipotética fuerza de expansión HABÍA UN LÍMITE para nuestro universo conocido, y ese límite era una superficie dura a la que podríamos definir como una barrera circular.

Se probase por dónde se probase, aquella barrera estaba por todas partes, o sea, que no podía haber más expansión, es decir, que había un límite para el Universo Infinito. Semejante hallazgo me sorprendió enormemente ya que no parecía tener una base en la que sustentarse.

¿Qué era lo que frenaba la fuerza de expansión del Big-Bang sin involucionarlo hacia el Big-Crunch? Bien, señores, después de investigar exhaustivamente, creo estar en condiciones de dar una respuesta.

Si según las leyes del principio antrópico "vemos el universo de la forma que es, porque si fuera diferente, no estaríamos aquí para observarlo", siempre hemos visto, o creído ver, lo que nuestra visión de perspectiva nos sugería.

En la Edad Media decíase que el sol giraba entorno a la Tierra, porque tal impresión comunica, y mucho después hemos citado las explosiones cósmicas que conducen al Big-Bang, o sea, a un principio... Se ha hablado de infinitas distancias en el Espacio, de un Universo Ilimitado... Y nos encontramos con una muralla circular.

Señores, nuestro universo se encuentra contenido dentro de un tubo y éste no es una supercuerda o túnel que procure viajes a través del tiempo, se trata simplemente de que el Big-Bang y la creación posterior que conllevó, se hallan circunscritas a un limitado, aunque inmenso, espacio circular cerrado, de inimaginable diámetro y longitud... con un final o abertura, insospechado.

F.J. Cinara hizo una pausa efectista mientras en sus ojos brillaba la más irónica de las expresiones, pero dado su prestigio nadie podía llegar a suponer que, o se hubiera vuelto loco o estuviese burlándose de la multitudinaria audiencia, lo cual, por otra parte, resultaba a todas luces inverosímil.

El presentador, desconcertado, preguntó entonces.

—Doctor, no acabo de comprenderle bien, y creo que todos compartimos esta confusión. ¿Si estamos metidos dentro de un tubo, de dónde procede ese tubo o a qué pertenece?

A lo cual F.J. Cinara respondió tranquilamente en lo que ha quedado como la respuesta más polémica de la historia de la ciencia:

—Amigo mío, querría que cuantas gentes estén viendo el programa, asimilaran lo que voy a decir como una gran lección de humildad, que falta nos hace, créame, porque si algo caracteriza al ser humano es la prepotencia de imaginarse el ombligo del mundo...

Ese tubo no es sino un fragmento del intestino de cierta entidad orgánica de otro universo, llamémosle animalillo para entendernos, del que ni sabemos, ni podemos, imaginar absolutamente nada, al menos por el momento.


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